sábado, 2 de julio de 2011

Bolívar y la Nueva América



“Que me manden a salvar la República y salvo la América toda”
Simón Bolívar
Carta a J.M. del Castillo, 15, Mayo, 1828

Justificación

Hablar de Bolívar a inicios del siglo XXI parecería cosa de historia, cosa del pasado, en un sentido muy restringido,  ya que él, como ser humano, falleció en Santa Marta el 17 de diciembre de 1830, en un terrible olvido. Sus detractores intentaron borrar su obra y su pensamiento de una forma sistemática y al no poder hacerlo buscaron dejarlo disecado, petrificado, sólo como figura icónica en las diversas plazas que llevan su nombre a lo largo y ancho de América, especialmente, de esa gran América que por designios eternos, como dice el himno de la República Bolivariana de Venezuela, “existe en nación”.

Pero esto fue imposible, Bolívar supera cualquier conato en ese sentido debido a que él encarnó y expresó con su vida, considerada integralmente, es decir, pensamiento y praxis reunida en la acción político-militar, el proyecto de todo un pueblo ubicado en esta zona del mundo, de ahí que su lucha no es sólo “su” lucha sino la lucha del colectivo hombres, mujeres, niños, ancianos que trasciende las actuales fronteras y a la actual generación, que por ello se hace trans nacional y trans generacional y que a su vez supera el tiempo hablando desde el pasado, alimentando las raíces, pero a la vez, definiendo las luchas del presente e iluminando un futuro que jalona e invita a construir una vida más humana.  
Una aclaración se hace necesaria y ella es pertinente a propósito de un pequeño texto filosófico sobre un hombre que fue militar, político, estadista, legislador, Padre de Naciones, a quien su pueblo lo llamó “El Libertador” y al que nunca ha dejado de amar, pero que nunca pensó hacer filosofía y que por el contrario, en algunos de sus textos se refiere a los “filósofos” de una forma no muy positiva,  aun cuando en otros valora altamente la actividad filosófica[1].
Bolívar no era filósofo, esto está claro, pero la praxis de Bolívar, su pensamiento y en general su acción política es objeto de la filosofía por las profundas implicaciones que posee. Ella debe ser objeto del estudio de la axiología gracias a la ética y la moral en que se basa y propone, de la filosofía de la educación que concreta, del proyecto político, de polis, de República que fundamenta, de ahí, de la filosofía política que encarna y de la filosofía del derecho que materializa, de la antropología que realiza, de la filosofía de la historia que hace vida, así como todas las consecuencias de la cosmovisión de la cual es fruto y que a su vez produce.
Desde Platón en la “POLITEIA”, conocida popularmente como La República, la filosofía se ha condensado de una forma unitaria y múltiple en una propuesta política, planteando no sólo cómo puede ser la polis sino que, en torno a la polis, se habla de todos los posibles problemas y patologías que al ser humano, visto éste, individualmente o en sociedad, se le pudieran presentar. Platón hablaba de la conformación de la polis, de su organización, de su economía, de su defensa, de sus valores, de su educación, aun de su religión, pero sobre todo, la vida en la polis engendra un asunto fundamentante, es decir, que fundamenta todos los demás asuntos y es el problema de la justicia. De igual forma, en Aristóteles vemos como esta preocupación es manifiesta y en su “Política”, presenta no sólo el estudio de las constituciones sino el estudio de la realidad misma de su tiempo, de la familia y la economía, de la educación, de las revoluciones, para de allí proponer su idea de “polis” y de política y así se podría decir de San Agustín en su “Civitas Dei”, de Tomás Moro con su Utopía y tantos otros.
En el pensamiento latinoamericano al decir, de Pablo Guadarrama[2], se da una situación parecida y en ella los grandes pensadores se han preocupado por explicitar su idea de sociedad y con sus reflexiones han tratado de aportar al humanismo para hacer una mejor sociedad. En ese contexto es posible ver a El Libertador no sólo como un hombre práctico que iba a la batalla y conducía el estado así como las fracciones políticas de las muy convulsionadas nacientes repúblicas, sino que en medio del fragor de la batalla y en los descansos que permitía la vida agitada, pensaba y teorizaba sobre “la nueva América”. Es por esta razón que no hay duda que su pensamiento engendra una filosofía y es concreción de ésta, de ahí que tiene el mejor sabor de la filosofía que se teje y surge del reflexionar sobre la acción, la vida misma y por eso va a enriquecer la vida en todos los niveles y expresiones.

El fundamento ético

“Yo moriré como nací: desnudo. Ud. Tiene dinero y me dará de comer cuando no tenga.” 
Simón Bolívar
Carta al Dr. José de Angel de Alamo, 6 de diciembre 1829

Las acciones de Bolívar son su respuesta ética a las condiciones de injustica que vivió. De ahí en el cenit de su escala de valores está la justicia y ella es el motor de su acción.  Sus acciones  se inspiraron y trataron de construir,  junto a sus camaradas, la igualdad y la libertad. En una de sus intervenciones en Bogotá expresa: “La justicia es la reina de las virtudes republicanas, y con ellas se sostienen la igualdad y la libertad”[3].
Estos valores dominan el pensamiento y la acción de la modernidad, piénsese por ejemplo en Hegel y en la revolución francesa, pero, en el caso de Bolívar, son asumidos dentro de las condiciones específicas de la “América española”, como expresión suprema de la vida, vista esta desde el punto de vista individual y social, frente a la cual es posible llegar hasta el sacrificio de la propia vida y que al estar al servicio de la vida del pueblo es producida y es productora del  “honor” y “la gloria”.  
Y aquí se llega a un punto sobre el cual El Libertador, en diversas ocasiones tuvo que decidir y por consiguiente se pronunció, de ello dan fe sus acciones y sus cartas; el “honor” y “la gloria”, como valores superiores que orientaron la vida del libertador, no son autopoiéticos, o más bien, autofundamentados y autárquicos sino que éstos surgen del servicio a la humanidad, no a una humanidad abstracta, genérica sino una humanidad concreta que vivió, luchó y sufrió con él y por él. He aquí el fundamento primero y último de su quehacer revolucionario, su vida fue una constante entrega desinteresada a su pueblo, y es este fundamento, a nuestro juicio, el criterio con el que se ha de medir las acciones de los revolucionarios y de los dirigentes del pasado y del futuro del pueblo latinoamericano.
Desde el punto de vista del derecho y de la filosofía del mismo, El Libertador, que en varias ocasiones ejerció como legislador, siempre tuvo presente que el derecho sin moral, sin ética, entendida en el sentido originario de una y otra, “mos”, “êthos”, “costumbre”, es nada y que la libertad es el fruto de las leyes probas que crean la verdadera justicia, él afirma que: “las buenas costumbres y no la fuerza son las columnas de las leyes; y el ejercicio de las leyes es el ejercicio de la libertad”[4].

La Unidad  

“Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos, y se consolide la Unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro”.
Simón Bolívar
Mensaje a los pueblos colombianos, 10 diciembre, 1830

Una de las grandes ideas del libertador, que convoca desde el futuro, es la idea de una “República de Naciones”, conformada por las repúblicas que están al sur del rio Grande. De ahí que es interesante ver la evolución de la idea de la unidad de América, planteada, inicialmente, por el entonces joven Simón Bolívar quien en 1810, cuando apenas contaba con 26 anos de edad, en la ciudad de Londres y hacía parte de una delegación que buscaba apoyo para la causa de la libertad, hablaba de “una confederación de las Colonias españolas para asegurar la independencia”.  Esta idea, desde un comienzo, bajo la inspiración de Francisco Miranda, va a acompañar al  Libertador hasta el fin de sus días, según nos permite ver su última proclama pronunciada en el lecho de muerte.
Bolívar, logra el nacimiento de Colombia, nombre procedente de Miranda, el 17 de diciembre de 1819, exactamente once años antes de su muerte, con la unión de Venezuela, Nueva Granada y Quito, como está grabado en piedra en la Villa del Rosario de Cúcuta. En el Congreso de Angostura se realiza esta unión y se elabora la “Ley fundamental”, en donde, entre sus considerandos se explicita “que reunidas en una sola República las Provincias de Venezuela y de la Nueva Granada tienen todas las proporciones y medios de elevarse al más alto grado de poder y prosperidad” y “que constituidas en Repúblicas separadas, por más estrechos que sean los lazos que las unan, bien lejos de aprovechar tantas ventajas llegarían difícilmente a consolidar y a hacer respetar su soberanía”… de ahí que se acuerda: “las repúblicas de Venezuela y la Nueva Granada quedan desde este día reunidas en una sola baxo el título glorioso de REPÚBLICA DE COLOMBIA”[5].
Pero su visión de unión y los intentos de la misma no culminan aquí sino que transcienden ésta, que para él, hasta ese momento, serían efímeras concreciones y harán que busque la realización de la federación con Méjico y Centro América en el Congreso Anfictiónico de Panamá. Bajo este proyecto, pese a todas las conspiraciones, se reunirán en 1826 en Panamá, Colombia, Perú, México y Centro América y acordarán idea de solidaridad continental, para esto se conviene dirimir los conflictos, entre los asociados, primero, ante una asamblea de los países allí reunidos, así como la defensa conjunta de los territorios, creando un ejército común al cual cada uno de los asociados tendría que aportar un contingente. Pero una de las características más sobre salientes, además de la idea, ya de por sí magnífica, de la unión, es que esta se producía para la libertad y queda expresado claramente al recalcar la prohibición del tráfico de esclavos convirtiendo su comercio, usual en aquellos días, en un delito[6].

Política Internacional

 “Los Estados unidos de Norte América parecen destinados por la providencia para plagar la América de miserias a nombre de la libertad
 Simón Bolívar
Carta al Cor. inglés Patricio Campbell, 5 agosto, 1829
Bolívar, para consolidar y preservar su proyecto, revisa la situación geopolítica mundial de su tiempo. El Libertador, piensa que la superación de los problemas de Francia, con respecto a los Bonaparte, traerá como consecuencia el equilibrio de las fuerzas de Europa, afirma: “Uno de los efectos necesarios de este nuevo orden de cosas es el restablecimiento del equilibrio político, entre las naciones del continente”[7]. Lo que traerá consecuencias positivas para los procesos independentistas que se producen en América y al utilizar este término se hace hincapié en la significación que le da El Libertador, que hace referencia a la América española, “pues,(es) a este equilibrio a que se deben los primeros progresos de la Independencia Americana”[8].
En su visión realista, encuentra que, no se deben hacer juicios ilusos, alejados de la realidad sobre las ayudas de Europa en la causa de la independencia Americana, ya que estas ayudas obedecen a cálculos muy precisos que responden a las necesidades políticas de las respectivas naciones, de una parte, ”la Francia auxilió al Norte con tropas, y embarcaciones de guerra, no por un efecto de su filantropía, o por amor al pueblo americano, sino porque perdidos sus establecimientos en el Canadá, era preciso despojar a su rival de las otras Provincias del Norte, y disminuir así su influjo en la balanza del poder”; y de otra , “la Gran Bretaña, colocada entre el antiguo y nuevo Continente, va por este nuevo equilibrio del Universo a llegar al último punto de grandeza y de poder a que ningún pueblo del mundo había osado aspirar”. De ahí que Bolívar prospecta su situación y ve a “la Gran Bretaña, confundida y abrumada con el peso enorme de sus riquezas”[9], y encuentra que esa es una oportunidad maravillosa para nuestra América y la concibe la Reina  de las naciones.
La fortaleza y la solidez de la América que él estaba construyendo se hace de tal magnitud debido a que ha surgido de la fuerza revolucionaria que se hace incontenible y se cohesiona con la identidad que da su cultura, sus principios y sentimientos. “Nuestra revolución por otra parte ha tenido un aspecto tan importante, que no es posible sofocarla por la fuerza. México, el Perú, Chile, Buenos Aires, la Nueva Granada y Venezuela, forman hoy por la identidad de sus principios, y sentimientos, una liga formidable, incapaz de ser destruida por más que lo intenten sus enemigos”.
Nuestra fortaleza se encuentra y radica en la cohesión y la unidad de nuestros pueblos, de ahí afirma que: “Debe ser un gran consuelo para nosotros saber que cualquier ultraje que se haga a una pequeña porción del suelo colombiano será vengada por infinidad de pueblos hermanos esparcidos sobre el nuevo hemisferio”.[10]
En el texto “Una mirada sobre la América española”, escrito en Quito y publicado en Ecuador en 1829, el Libertador hacía un análisis diagnóstico desde Argentina hasta México y allí encuentra que la enfermedad que padece toda la América española es similar, de ahí que afirma: “Observaremos en toda la generalidad de la América un solo giro en los negocios públicos”, y encuentra como constante que: “no hay buena fé en América, ni entre las naciones. Los tratados son papeles; las Constituciones libros; las elecciones combates; la libertad anarquía; y la vida un tormento”.
Cada uno de los gobernantes, orientados por la ambición que produce un visión reducida, miope, pretende tener, al igual que en el Medioevo, un pequeño feudo para su propio peculio, “nos parece hasta cierto punto, igual al de los antiguos Barones, viniendo a ser en el orden de la libertad esta Federación, lo que en la Monarquía el sistema feudal. Aquellos imponían pechos, construían castillos, gobernaban a su modo, para desconocer al Soberano y aun combatirlo”[11]
De ahí que perciba como única terapéutica la unión de nuestros pueblos, que constituyan un gobierno que tenga  el poder del pueblo, su fuerza moral, su imperativo ético, que proteja y haga posible la justicia y  la libertad, dominando la ambición.  Para eso señala el único camino, “reunir todas vuestras fuerzas morales para constituir un gobierno que sea bastante fuerte para oprimir la ambición y proteger la libertad”[12]
Muchas fueron las causas del malogro de la integración,  entre ellas podríamos anotar las de origen endógeno y las de orden exógeno. Al nivel de las primeras se podrían enunciar los problemas económicos a los cuales se sumaron, seguramente coadyuvados y alimentados por estos, los problemas de las concepciones caudillistas y de falta de visión, de los llamados líderes que le fallaron a su pueblo y optaron por sus mezquinos intereses, traicionando no sólo al Libertador, como ser histórico sino a todos sus descendientes.
Entre los factores exógenos, se puede encontrar la intervención soterrada de las naciones, entonces  potencias europeas y la naciente devoradora política, no muy fraterna, de los Estados Unidos de Norte América, que, según podemos establecer el día de hoy, atentó, desde un inicio, contra el proyecto de estos pueblos de unirse y fortalecer la justicia y su libertad. De esto dan testimonio las cartas y diversos documentos dejados por el Libertador, quien desde un inicio encontró poco fiable a los “hermanos del norte”, que propugnaban por una cierta “neutralidad poco neutral” a favor de los españoles y que en una carta, citada en el exordio a esta sección, fechada el 5 de agosto de 1829, en Guayaquil al Coronel Patricio Cambell, encargado de negocios de Inglaterra, le expresa en forma de interrogación la más contundente idea y premonición sobre la entonces naciente nación norteamericana.
Hemos afirmado que hoy tenemos más elementos de juicio para entender las conspiraciones soterradas que entonces se tejían contra la causa de la unidad de la América española. En 1988, Carl Sagan, el eminente científico norteamericano, a partir de publicaciones de recopilaciones de la Comisión de Fuerzas Armadas de la Cámara de Representantes de los mismos Estados Unidos, afirmó que:
“Dejando a parte las guerras mundiales y las expediciones para combatir la piratería y el tráfico de esclavos, Estados Unidos ha perpetrado invasiones e intervenciones armadas en otros países en más de 130 ocasiones, incluyendo China (18 veces), Méjico (13), Nicaragua y Panamá (9 cada uno), Honduras (7), Colombia y Turquía ( 6 en cada país) República Dominicana, Corea y Japón ( 5 cada uno), Argentina, Cuba, Haití, el Reino de Hawai y Samoa (4 cada uno), Hungría y Fitji (3 cada uno), Granada, Puerto Rico, Brasil, Chile, Marruecos, Egipto, Costa de Marfil, Siria, Irak, Perú, Formosa, Filipinas, Camboya, Laos y Vietnam. La mayoría de estas incursiones han sido escaramuzas para mantener gobiernos sumisos o proteger propiedades o intereses de empresas estadounidenses, pero algunas han sido mucho más importantes, prolongadas y cruentas”. Y continúa: “Las fuerzas armadas estadounidenses han actuado en Latinoamérica, no ya antes de la revolución bolchevique, sino antes del Manifiesto Comunista, lo que hace un poco difícil de aceptar la justificación anticomunista de la intervención”[13]
Y en el 2003, otro de los grandes intelectuales, de gran probidad ética, Noam Chomsky, escribió un texto que dedica al análisis de la situación del mundo sometido a la política internacional, de larga data, de su país. Después ampliar, por su cuenta, las aseveraciones de Sagan, además de aportar nuevos elementos frente a las recientes intervenciones y de establecer una prospección de la situación actual, plantea una verdadera disyunción entre “hegemonía o supervivencia”, concluyendo que no hay mucho futuro para el ser humano y otras especies si continúa la política imperial de Estados Unidos[14].    
Los factores exógenos y endógenos al conjugarse dieron al traste con el proyecto de integración y unidad bolivariano de la América española, al grado que Bolívar tomando conciencia de esa realidad expresa: “El gran día de América del sur no ha llegado”.

La Nueva América

“Para nosotros, la patria es la América
Simón Bolívar
Proclama a la división de Urdaneta, 18 de noviembre, 1814
Pero esa apreciación es necesario concatenarla con la del gran bolivariano José Martí quien afirmaba que lo que Bolívar ha dejado de hacer aun está sin hacer, aseveración que conduce a pensar que Bolívar tiene aun mucho que hacer en nuestra América.
Hoy y el mañana está marcado por la acción, el pensamiento y el proyecto bolivariano. Esto quiere decir, que el presente y el futuro está signado por la unidad, la solidaridad, la cooperación, la fraternidad y la complementariedad de todos los pueblos de América latina. Es necesario, dentro de una visión amplia y dialéctica, compleja, que respete la unidad y variedad de nuestros pueblos, realizar acuerdos solidarios que resalten los aspectos  políticos, antropo-sociales, culturales y no sólo la visión economicista, crematística. Acuerdos como el  ALBA, Alternativa Bolivariana para América latina, en el cual  todos los países latinoamericanos se integren.
También, es necesario promover la solidaridad con “los pobres de la tierra”, como diría Martí, incluidos los pobres que viven en EEUU, muchos de ellos, afroamericanos o emigrantes de nuestro pueblo que han tenido que partir por razones de estricta supervivencia y que llevan el corazón roto pensando en su patria y en su pueblo.
Dentro de esta óptica, se hace necesario continuar con proyectos de integración solidaria y complementaria como la integración energética a través de PETROCARIBE, que integra solidariamente a los países de la región Centroamericana con Suramérica; PETROSUR, que pone los recursos de nuestras tierras al servicio del desarrollo de los pueblos de Suramérica. Pero también, es necesario darle fortaleza al proyecto con un gran “Banco del Sur”, que permita la independencia económica de la región, la libertad frente a organismos internacionales que sojuzgan a nuestros gobiernos y a través de estos a nuestros pueblos, para que todo esto se consolide con la idea planteada en el Congreso Anfictiónico de Panamá de 1826, del “Ejército del Sur”, integrado por contingentes de los distintos ejércitos del las distintas repúblicas de nuestra América latina.
Bolívar como ilustrado, pensaba que un ser  humano sin estudio es un ser incompleto y, en nuestra actuales circunstancias, sabemos que la educación encierra todo un proyecto político. De ahí que será necesario reformar los programas de estudio a todos los niveles así como crear una gran academia, una gran universidad, policéntrica, acéntrica, con sede en todos los países de la región y divisiones político administrativas, que piense nuestra realidad y busque permanentemente la integración, la unidad en la diversidad, que ese sea su principal objeto de estudio y de construcción, que ponga la ciencia al servicio del pueblo. Con todo esto, es posible que Bolívar siga dirigiéndonos y pueda ver al fin consolidar la “República de Naciones”, la más grande y la mejor de ellas, más grande y mejor por la justicia y por sus virtudes.  

La Comunicación

“La primera de todas las fuerzas es la opinión pública”
Simón Bolívar
 Discurso de Angostura, 1º de Noviembre, 1817
Pero como en los días de El Libertador, los enemigos de la unión, los que se benefician de la situación actual, tanto desde la perspectiva endógena como exógena, harán todo lo que esté a su alcance para detener el progreso de la unidad. Habrá diatribas, insultos, y tergiversaciones por parte de un sistema que se quiere sostener y cuya condición originaria es la mendacidad. Hoy como ayer se habla y se hablará de los deseos imperiales, personalistas de nuestros líderes que buscan la unión; hoy como ayer los poderosos de la tierra con sus medios de comunicación intentarán y en ocasiones lograrán engañar y confundir al pueblo latinoamericano, de ahí, que es necesario crear medios de comunicación alternativos y populares, así como redes que unan pequeñas emisoras locales y otras mayores, al estilo de TELESUR, que integren a todos los países de la región, que se complementen con los primeros mostrando la interpretación de los hechos con conciencia y perspectiva de latinoamericanos.         
Hoy, es imprescindible recordarle a nuestros líderes que a Bolívar se le presentaron muchas tentaciones y al no ceder a ellas ganó muchos opositores, entre ellos algunos de los que hasta entonces contaron con su mayor confianza, ellos planearon y realizaron atentados en su contra. Todo esto se repite hoy contra quienes encarnan el proyecto de Bolívar. Hoy  somos la continuación del proyecto de un pueblo ubicado al sur del Río Grande y somos objeto de los enemigos, tanto internos como externos.
Hoy como ayer,  nuestro pueblo debe estar atento y unido en la diversidad para realizar el proyecto de Bolívar, nuestro proyecto de una humanidad más humana, más digna, más solidaria, más fraterna, más justa, más amorosa, en paz. Bolívar no está en el pasado de América, Bolívar es la nueva América, Bolívar se llama el futuro de esta tierra y de las generaciones que vendrán.


[1] En el asunto de Bolívar y la filosofía se pueden encontrar valoraciones diversas en sus mismos textos y en diferentes momentos y circunstancias de su vida, algunas valoraciones son despectivas como en la “Memoria dirigida a los ciudadanos en la Nueva Granada por un caraqueño” y otras, positivas, como “la carta al Marqués del Toro, 10 de noviembre de 1824”.
[2] Cfr. Guadarrama, González, Pablo, El humanismo en el pensamiento latinoamericano, Tunja, UPTC, 2002 
[3] Discurso en Bogotá 18 de enero, 1815.
[4] Discurso de Angostura, 15 de febrero de 1819
[5] Pérez, Arcai, Jacinto, El fuego Sagrado, transcrito en el anexo 8, Ley Fundamental de la República de Colombia, Ciudad de Santo Tomás de Angostura, 17 de diciembre de 1819Caracas, Imprenta Nacional, 2002, p. p. 427
[6] Cfr. Ocampo López , Javier, Manual de Historia de Colombia, Bogotá, Procultura,  1984, Tomo II, p.p. 127
[7] "Gaceta de Caracas'', N° 74. Jueves 9 de junio de 1814.
[8] Ibid.
[9] Ibid.
[11] Fué escrito el anterior artículo en Quito en 1829 y publicado en un periódico del Ecuador, sin firma. Se ha tomado de la obra de Blanco y Azpurúa, t. XIII, p. 493.
[12] Ibid.
[13] Sagan, Carl, Miles de millones, Barcelona, ediciones BSA, 1998 p. p. 205- 206
[14] Cfr. Chomsky, Noam, Hegemonía o supervivencia, El dominio mundial de EEUU, Bogotá, Grupo Editorial  Norma, 2004

Bibliografía
Por fortuna tenemos excelentes publicaciones de las obras de Simón Bolívar, a cualquiera de ellas se puede acudir, de ahí que solo recomendaremos dos de ellas y para hacer más sencilla su búsqueda daremos la referencia de los textos de Bolívar que hemos utilizado en el presente artículo.
Bolívar Simón; Obras completas, La Habana, Editorial Lex, 1947
Escritos anticolonialistas, Introducción notas y selección, Gustavo Pereira, Caracas,  Ministerio de Estado para la Cultura-Consejo Nacional de la Cultura, 2005
Memoria dirigida a los ciudadanos en la Nueva Granada por un caraqueño 
                        Carta al Marqués del Toro, 10 de noviembre de 1824
Discurso de Angostura, 15 de febrero de 1819
Discurso en Bogotá 18 de enero 1815
Carta a J.M. del Castillo, 15, Mayo 1828
  Carta al Dr. José de Angel de Alamo, 6 de diciembre 1829
Mensaje a los pueblos colombianos, 10 diciembre 1830
Carta al Coronel inglés Patricio Campbell, 5 agosto De 1829
Proclama a la división de Urdaneta, 18 de noviembre de 1814
Chomsky, Noam, Hegemonía o supervivencia, El dominio mundial de EEUU, Bogotá, Grupo Editorial  Norma, 2004
Guadarrama, González, Pablo, El humanismo en el pensamiento latinoamericano, Tunja, UPTC, 2002 
Ocampo, López, Javier Manual de Historia de Colombia, Bogotá, Procultura,  1984, Tomo II
Pérez, Arcai, Jacinto, El fuego Sagrado, transcrito en el anexo 8, Ley Fundamental de la República de Colombia, Ciudad de Santo Tomás de Angostura, 17 de diciembre de 1819, Caracas, Imprenta Nacional, 2002.
Sagan, Carl, Miles de millones, Barcelona, ediciones BSA, 1998

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