viernes, 8 de julio de 2011

Humanismo Planetario, La Utopía Social Como Defensa De La Humanidad



"Pongo hoy por testigos contra vosotros al cielo y a la tierra, te pongo delante de la vida o la muerte, la bendición o la maldición, escoge pues la vida para que vivas tú y tu descendencia"
Deuteronomio 30,19[1]


Resumen:
La ponencia aborda el problema del presente de la humanidad entendiendo que éste es producto del pasado y que el futuro, en gran parte, depende de lo que hoy hagamos. Se aborda el problema desde diversas perspectivas, haciendo aplicación del llamado “principio hologramático”, expresado, ya de alguna manera, en Anaxágoras y formulado por Morin, que afirma que: “hay algo de todo en todo”, en su formulación griega, o “el todo está en las partes que contienen el todo en cada una de sus partes”[2], en la formulación contemporánea.
Se inicia haciendo una alusión a los formidables logros de la humanidad realizados durante los últimos siglos, pero recalcando que los mismos no son asequibles a todos y que gracias a esto muchos de los seres humanos marginados mueren por causas fácilmente evitables.
Se pasa a revisar los fundamentos de la concepción hoy imperante en el mundo (especialmente de la filosofía política, social y económica) y desde allí se cuestiona, en dos intentos sucesivos, las bases de dicha concepción que origina la cosmovisión y la antropovisión hoy imperante.
Termina el texto presentando la necesidad de re-crear y re-plantear una Utopía a la altura de los tiempos que recoja las experiencias de los pasados intentos de conformar una sociedad mejor en donde los pueblos y los seres humanos condenados a la miseria tengan una nueva oportunidad sobre la tierra.

sábado, 2 de julio de 2011

Bolívar y la Nueva América



“Que me manden a salvar la República y salvo la América toda”
Simón Bolívar
Carta a J.M. del Castillo, 15, Mayo, 1828

Justificación

Hablar de Bolívar a inicios del siglo XXI parecería cosa de historia, cosa del pasado, en un sentido muy restringido,  ya que él, como ser humano, falleció en Santa Marta el 17 de diciembre de 1830, en un terrible olvido. Sus detractores intentaron borrar su obra y su pensamiento de una forma sistemática y al no poder hacerlo buscaron dejarlo disecado, petrificado, sólo como figura icónica en las diversas plazas que llevan su nombre a lo largo y ancho de América, especialmente, de esa gran América que por designios eternos, como dice el himno de la República Bolivariana de Venezuela, “existe en nación”.